Spotify: Mitos, realidad y lo que realmente importa
- Alba Pelegrin

- 25 sept
- 2 Min. de lectura
La industria musical es experta en repetir mantras que suenan bien, pero que rara vez son ciertos. Y el rey de los malentendidos se llama Spotify. Vamos a desmontar, con calma (y algo de chispa), los mitos más comunes que circulan entre artistas, managers y hasta algunos sellos.

Mito 1: “Spotify paga X por cada stream”
No, no existe un “precio por reproducción”.No es que Spotify te dé 0,003€ por cada play mientras Apple te da 0,006€. Lo que ocurre es mucho más sencillo (y menos sexy): todas las plataformas juntan el dinero generado en un mes (suscripciones + publicidad) y lo reparten según el porcentaje de escuchas que tenga cada canción.
En otras palabras: tu ingreso depende tanto de tus plays como del contexto general de la plataforma. Si ese mes hay más música sonando en general, tu parte del pastel será más pequeña aunque tengas más reproducciones.
Mito 2: “Apple y Tidal pagan más que Spotify”
La realidad: lo que cambia es el comportamiento de la audiencia.En Apple o Tidal, los usuarios escuchan menos música que en Spotify, así que cada reproducción pesa más en el reparto. Pero eso no significa que Spotify “pague menos”: simplemente tiene más volumen, y tu trozo del pastel se reparte entre muchísimos más plays.
Mito 3: “Spotify arruinó la industria musical”
Aquí conviene parar y mirar atrás: antes del streaming, la música grabada estaba agonizando entre piratería y ventas de CDs en picado. Spotify y compañía no solo no la hundieron: la rescataron.El streaming devolvió al público la costumbre de pagar (aunque sea una cuota mensual ridícula) por acceder a un catálogo casi infinito.
¿Suena perfecto? No. Pero fue la primera vez en dos décadas que los ingresos por música grabada volvieron a crecer.
Mito 4: “El problema es que Spotify se queda demasiado”
La narrativa es cómoda: “la plataforma gana y los artistas pierden”. Pero la verdad es más incómoda. La mayor parte del dinero sí se reparte con la industria (sellos, editores, sociedades, etc.). El problema está en cómo ese dinero baja en cascada hasta el artista.
Aquí es donde cada proyecto tiene que ser astuto: entender sus contratos, negociar mejores splits, y diversificar ingresos más allá del streaming (directos, sincronizaciones, merch, patrocinios).
Entonces… ¿qué deberíamos hacer como artistas o sellos?
Aceptar la realidad matemática del modelo. No existe una tarifa fija por stream.
Medir la estrategia en impacto global, no en céntimos por play. El streaming es un escaparate: tu reto es convertir oyentes en fans.
Diversificar. El dinero no está solo en Spotify: está en la suma de tus diferentes fuentes.
Dejar de demonizar la plataforma y empezar a usarla con inteligencia: playlists, algoritmos, data.
Conclusión
Los mitos son reconfortantes porque ofrecen culpables fáciles, pero la música siempre ha sido un negocio complejo. Hoy, lo que define el éxito no es si Spotify paga un céntimo más o menos que Apple, sino tu capacidad de construir comunidad, generar engagement y mover a tu audiencia hacia espacios donde tu valor no dependa solo de un stream.
En pocas palabras: el streaming no es el enemigo. La desinformación sí.






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