Lo que nos dejó el Spotify Wrapped 2025
- María José Clutet

- hace 1 día
- 3 Min. de lectura
Cada diciembre, la industria musical se detiene un instante. Es un momento breve, casi ritual, en el que millones de personas abren la app de Spotify esperando que el colorido resumen del año les devuelva algo de sí mismos. El Wrapped se ha convertido en una tradición contemporánea y parte de un espectáculo de datos. En este artículo te contamos algunas curiosidades.

Spotify entendió que el Wrapped funciona porque nos permite mirar hacia atrás, pero también porque nos invita a compartirlo hacia adelante. Por eso, en 2025 presentó nuevas herramientas pensadas para profundizar esa experiencia colectiva: features sociales, clubs de oyentes, animaciones personalizadas y una suerte de “fiesta de cierre musical” que convierte los datos en celebración.
El objetivo es claro: transformar el consumo en narrativa. No mostrar solo “qué escuchaste”, sino contarlo. Darle forma de historia. Proponerle al usuario un personaje —tu mismo— y un arco musical que justifique la épica.
Y la estrategia funciona. La experiencia se siente más cinematográfica, más diseñada para circular entre amigos, grupos y redes sociales. Un Wrapped cada vez más pensado para que la música no solo se escuche, sino que se muestre.
El año en que Bad Bunny volvió a recordarle a la industria quién manda
Y mientras Spotify trabajaba en hacer más atractiva la experiencia del usuario, la industria musical tuvo su propio protagonista indiscutido: Bad Bunny.
El artista puertorriqueño recuperó el título de Artista Más Escuchado del Mundo en 2025, con 19,8 mil millones de reproducciones, y su álbum DeBí TiRAR MáS FOTos se coronó como el Álbum Global del Año. No es solo un dato espectacular; es un recordatorio de algo más profundo: la música en español no es una tendencia… es un mercado dominante.
Que un artista latino vuelva a liderar el ranking global indica cómo se han reconfigurado las geografías del streaming. El algoritmo, las playlists editoriales y los hábitos culturales ya no están centrados únicamente en el eje anglosajón.
Lo que celebramos… y lo que no vemos
Ahora bien, detrás de ese festejo anual hay algo más complejo. Wrapped funciona como un “dashboard personal” que convierte nuestros gustos en una pieza gráfica agradable y aparentemente inocente. Una representación sintética que nos hace creer que ahí está todo nuestro año musical. Pero no lo está. El Wrapped es, en el fondo, una narrativa producida y un recorte.
La crítica advierte que este tipo de estadísticas —tan celebrables y tan compartibles— pueden ocultar las dinámicas de fondo del streaming: cómo las plataformas moldean hábitos, cómo priorizan la repetición, cómo refuerzan cierta homogeneización en vez de diversidad real.
También llama la atención sobre un fenómeno creciente: el contenido musical generado con inteligencia artificial o producido para inflar cifras, elementos que el Wrapped no revela aunque conviva con ellos en el ecosistema del streaming.
El resultado es un balance curioso: Wrapped nos muestra lo que escuchamos, pero no siempre lo que el sistema nos hizo escuchar.
El Wrapped es un espejo que refleja, pero también distorsiona. Celebra, pero también selecciona. Regala una narrativa, pero es —inevitablemente— una narrativa construida y selectiva.
En un mundo algorítmico, ¿Qué significa mirar nuestro año musical? Tal vez la pregunta más interesante no sea “qué escuchamos en 2025”, sino cómo escuchamos. Qué decisiones fueron nuestras y cuáles fueron inducidas. Qué descubrimientos surgieron por búsqueda genuina y cuáles vinieron empujados por sistemas de recomendación que premian lo conocido y repetido.
Wrapped 2025 confirma algo: nos encanta vernos a través de los datos. Nos emociona que un gráfico nos diga quién fuimos durante un año entero. Pero mirar ese espejo también nos invita a pensar quién decide la forma del reflejo.






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