Xania Monet: la artista de IA que firmó un contrato millonario (y lo que esto significa para la música)
- Alba Pelegrin

- 16 oct
- 3 Min. de lectura
La noticia parece una broma del futuro: una artista creada con inteligencia artificial acaba de firmar un contrato discográfico de varios millones de dólares. Pero no es ficción. Se llama Xania Monet, y está redefiniendo los límites entre lo humano y lo artificial en la industria musical.

La historia detrás del fenómeno
Detrás de Xania Monet está Telisha “Nikki” Jones, una poeta y diseñadora de Mississippi que decidió transformar sus textos en canciones utilizando Suno, una plataforma de música generativa basada en IA.
Según Billboard, durante la reunión con varios sellos discográficos, “ella” se negó a encender la cámara o a cantar en directo, argumentando que no estaba “lista para cámara”. Aun así, eso no frenó a las discográficas: algunas llegaron a ofrecer hasta 3 millones de dólares por firmarla. Finalmente, el acuerdo fue cerrado con Hallwood Media, dirigida por el exejecutivo de Interscope, Neil Jacobson.
El debut de Xania Monet ya está dando que hablar: puesto 25 en Emerging Artists y 21 en Hot Gospel Songs de Billboard, gracias a su tema Let Go, Let God. Otro de sus lanzamientos, How Was I Supposed to Know, alcanzó el número 1 en ventas digitales de R&B. En total, su catálogo suma 9,8 millones de reproducciones solo en EE. UU., más de la mitad conseguidas en una única semana.
Su manager, Romel Murphy, defiende el proyecto con firmeza:
“This is real music — it’s real R&B. There’s an artist behind it.”
El dilema de la autoría y los derechos
El caso de Xania Monet abre un debate jurídico enorme. Telisha escribe las letras, pero todo lo demás —voz, melodías, arreglos y producción— lo genera una IA.Y aquí está el punto crítico: solo los elementos creados por humanos pueden registrarse con derechos de autor, según recuerda The Verge.
Entonces… ¿qué es lo que Hallwood ha comprado exactamente? ¿Las letras? ¿La marca “Xania Monet”? ¿O los audios generados por la IA? La línea entre lo artístico y lo técnico se vuelve difusa, y los abogados de la industria tendrán mucho trabajo por delante.
La autenticidad, en el centro del debate
La reacción de muchos artistas ha sido de indignación. Kehlani escribió en redes:
“Nothing and no one on Earth will ever be able to justify AI to me… There is an AI R&B artist who just signed a multi-million-dollar deal … and the person is doing none of the work.”
Y SZA fue aún más directa:
“I hate AI. Please don’t make any AI images of me or songs.”
Estas voces reflejan algo más profundo que un simple rechazo tecnológico: una defensa de lo emocional, lo imperfecto y lo humano. Cuando una máquina canta sobre el amor, el dolor o la fe, ¿estamos escuchando empatía o solo una simulación convincente?
¿Audacia o riesgo calculado?
Hallwood Media no se detuvo en Xania Monet. También ha firmado a imoliver, otro creador musical surgido de la plataforma Suno. La apuesta es clara: explorar un nuevo mercado donde los “artistas” pueden producir sin descanso, en múltiples estilos y sin las limitaciones físicas de una voz humana.
El interrogante es si el público aceptará esa propuesta más allá de la curiosidad inicial. ¿Podrá un artista virtual conectar emocionalmente con las personas? ¿O solo servirá como un producto de laboratorio en el escaparate del entretenimiento digital?
Un punto de inflexión para la industria
Lo de Xania Monet no es solo una anécdota; es un aviso. El modelo tradicional —artista, sello, gira, promoción— está mutando a una velocidad vertiginosa. El concepto de “estrella” podría transformarse en una entidad híbrida, donde la creatividad humana y la potencia de la IA se mezclen sin distinguir del todo los límites.
La clave estará en cómo se gestionen la ética, la autoría y la emoción en este nuevo escenario. Si algo demuestra esta historia, es que la música ya no se mide solo en talento o carisma, sino también en código, datos y estrategia algorítmica.
Y aunque muchos lo vean con escepticismo, lo cierto es que el futuro ya está cantando… y, a veces, lo hace con una voz que nadie ha oído antes.






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