Taylor Swift recupera sus masters: Qué podemos aprender.

Tras años de disputas, regrabaciones y estrategias de recuperación, Taylor Swift volvió a ser la dueña de sus grabaciones originales. La noticia resonó en toda la industria musical no solo por el impacto simbólico, sino por lo que representa en términos legales y económicos. Recuperar los masters es una victoria financiera y estratégica que tiene lecciones clave para cualquier persona que crea música.

Entre 2006 y 2017, Taylor Swift grabó sus primeros seis álbumes con el sello Big Machine Records. Como ocurre en la mayoría de los contratos tradicionales, los derechos de los masters fueron cedidos al sello discográfico. En 2019, la compañía fue vendida al empresario Scooter Braun, quien adquirió así la propiedad de todas esas grabaciones. Swift denunció públicamente no haber tenido oportunidad de comprarlas y cuestionó el control que otros ejercían sobre su obra.

Lejos de quedarse inmóvil, Taylor respondió con una estrategia inédita: comenzó a regrabar todos esos discos, bajo el nombre “Taylor’s Version”. Su objetivo era claro: generar nuevas versiones que pudieran reemplazar comercialmente a las originales y, al mismo tiempo, recuperar el control sobre su narrativa y sus ingresos. Lo logró: sus versiones regrabadas no solo fueron un éxito comercial, sino también una reivindicación de su autonomía como artista.

Ahora, con la confirmación de que ha recuperado la totalidad de los masters originales, Swift cierra un ciclo y abre un nuevo capítulo para la industria musical. ¿Por qué es tan importante ser dueño de tus masters? Los masters son un activo valioso. Quien los posee puede:

• Autorizar su uso en películas, series, publicidad o videojuegos.

• Generar ingresos constantes por sincronización, reproducción y venta.

• Tener el poder de decisión sobre reediciones, remixes o remasterizaciones.

• Proteger la integridad artística del proyecto original.
  

En otras palabras: los masters no son solo música, son propiedad intelectual con un valor tangible y estratégico.

La gran lección que nos deja Taylor: proteger desde el inicio.

Lo que logró Taylor es admirable, pero no fue fácil: le costó años de esfuerzo, recursos, exposición pública y reconstrucción. Lo ideal sería que ningún artista tuviera que pasar por un conflicto así para proteger su obra.

La gran lección es clara: la protección legal no puede esperar. Cada obra creada es un activo que debe registrarse y resguardarse desde el primer momento, incluso antes de compartirla públicamente. Entender los contratos, conocer los derechos, asesorarse con especialistas y contar con herramientas tecnológicas para dejar constancia de la autoría son pasos fundamentales.

En Larrosa desarrollamos ArtSigna, una plataforma pensada para artistas que quieren profesionalizarse desde el primer acorde. Con ArtSigna podés:

• Registrar tus obras en la blockchain de Bitcoin, generando una huella digital inalterable.

• Obtener un certificado inmediato de autoría y fecha de creación.

• Proteger tu catálogo incluso antes de lanzar tu música.

• Tener una herramienta de respaldo legal para futuras negociaciones.
  

La historia de Taylor Swift demuestra que el control creativo y económico sobre la obra es posible. Pero también que la prevención legal es más poderosa que la corrección tardía.