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Foto del escritorAlba Pelegrin

¿Cómo se pueden adaptar las licencias musicales en el metaverso?

Parece que fue ayer cuando la palabra metaverso empezaba a resonar en nuestros oídos, sonaba como algo del futuro lejano. Ahora, la industria de la música está intentando ponerse al día con el mundo de la Web3 y el ritmo vertiginoso con el que está cambiando y creciendo.




Ya sea Lil Nas X actuando en Roblox, músicos de IA o los NFTs, la Web3 está abriendo la puerta a muchas oportunidades musicales nuevas que cuesta incluso imaginar. Sin embargo, todas estas nuevas tecnologías también también implican que la industria musical se adapte a ellas en términos legales.


A principios de los 90, cuando los artistas de hip-hop luchaban por legitimar el sampling, los altos cargos de la industria musical trataron no daban con la tecla para poder encajar las licencias existentes con este nuevo manera de hacer música. A lo largo de la década, el sampling creció en popularidad y al final no quedó más remedio que aceptarlo y crear un nuevo tipo de licencia especial para estos casos.


En la actualidad, nos ocurre exactamente lo mismo con la Web3. Ya de por sí, las licencias musicales requieren de un proceso muy complicado y confuso para todos los implicados. Imagínate si a eso le añadimos la novedad de una nuevo mundo virtual como el metaverso.


Todo parte de la base de las licencias mecánicas, que son las que hacen referencia al aspecto editorial de una obra. Las tarifas de los derechos mecánicos son fijadas por el gobierno y no están sujetas a negociaciones: si un artista quiere hacer una versión de una canción y publicarla en su álbum, sólo tiene que avisar y pagar los derechos establecidos por el gobierno. Hasta aquí todo parece relativamente fácil, pero las cosas se complican cuando entra en juego un elemento visual, como un anuncio, una serie de Netflix, una película o incluso un videojuego.


En este caso, se necesita una licencia de sincronización, que requiere negociaciones no sólo con la editorial, sino también con la discográfica propietaria del master de la obra. Cualquiera de las dos partes puede pedir todo el dinero que quiera, y puede negarse en rotundo y que la obra no pueda usarse en ningún audiovisual.


Sin embargo, en los últimos años, las licencias mecánicas y de sincronización han quedado rápidamente anticuadas. Por ejemplo, a veces los usos de la música en audiolibros y podcasts se pagan a través de licencias mecánicas, con el argumento de que no hay nada visual vinculado al audio. Pero, ¿no deberían los titulares de los derechos de una canción tener la oportunidad de decidir a qué tipo de contenido de audio quieren que se asocien sus canciones y por cuánto?


Ahora, la web3, el metaverso y los NFTs, están pidiendo a gritos que se les dé otra vuelta a estas licencias. Con las licencias de sincronización tradicionales, los titulares de los derechos pueden ver exactamente dónde va a aparecer su música, con qué marcas se va a asociar y en qué cadena va a aparecer. Pero en el metaverso, la gran mayoría de los contenidos son generados por los usuarios, y eso cambia las reglas por completo.


Además, los NFT pueden crearse en formatos infinitos, desde una canción exclusiva, que podría corresponder a una licencia mecánica, o un vídeo/audio musicalizado, que requeriría una licencia de sincronización. Los NFT también pueden revenderse, y los titulares de los derechos deberían poder recibir una parte de cada venta.


Entonces, ¿cómo resolvemos este problema? Según Deborah Mannis-Gardner, propietaria/presidenta de DMG Clearances, la mejor manera es introducir los nuevos términos de licencia Art-Driven Mechanical (para la reproducción mecánica en otra forma de arte) y Art-Driven Synchronization (para la sincronización de la música con otra forma de arte). Al crear estos nuevos términos para Web3, podemos conceder permiso a los titulares de los derechos de autor de la música para que generen al menos dos valores como medio de cobrar una compensación adecuada por los nuevos usos de la música en Web3, sea o no la música la forma de arte principal, y esta forma de arte incluirá la palabra escrita y otros medios.


Por ejemplo, un NFT estaría sujeto a tres tasas: una tasa de derechos mecánicos basada en el arte para generar ingresos por las canciones incluidas a lo largo del tiempo, una tasa fija de sincronización basada en el arte para cubrir cualquier sincronización de vídeo/audio, y una tasa de reventa continua que proporciona una parte de los ingresos futuros a los titulares de derechos de forma prorrateada.


Los usos de la música en el metaverso estarían sujetos a dos tarifas: una tarifa plana de sincronización impulsada por el arte para utilizar la canción en la plataforma y una tarifa separada para el contenido generado por el usuario (UGC), además de las tarifas de rendimiento para la grabación y la compensación a través de PROs y CMOs.


Para ayudar a que esto sea una realidad, Deborah Mannis-Gardner se ha unido a otros profesionales de la industria musical como Jessica Vaughn (directora de sincronización de Venice Music y presidenta de Head Bitch Music), Stacey Haber (The Music Firm), Vickie Nauman (fundadora y directora general de CrossBorderWorks), Jess Furman (vicepresidenta ejecutiva de estrategia de sincronización de Big Noise Music), Brian Blatz (abogado de Granderson Des Rochers) y Donovan Brown (director de la comunidad de Venice Music) para crear el Grupo de Derechos Musicales Web3. Su principal objetivo es compartir la visión y el conocimiento de nuestras amplias áreas de experiencia en la concesión de licencias musicales, el derecho, la tecnología musical, los sellos discográficos, la publicación, y más.


Y es que como hemos estado viendo a lo largo de la historia, la industria de la música está en constante evolución, y es crucial que todos los profesionales de este sector estemos formados e informados sobre las nuevas tecnologías con el fin de poder acelerar la adopción de un mundo cada vez más real. Y, sobre todo, para poder proteger a todos los implicados en la creación de música. Es cierto que, los cambios suelen dar miedo, y más a una industria que ha tenido que adaptarse a cambios bruscos para poder seguir existiendo.


Si estáis interesados en este tema podéis obtener más información en web3musicrights.com


Fuente: Music Business WorldWide.

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