Taylor Swift, una de las artistas más reconocidas a nivel mundial dentro de la música pop, también está sufriendo las consecuencias de no haber revisado la letra pequeña de sus contratos discográficos. Y es que, como ya hemos visto en artículos anteriores, tener la propiedad o no del máster de una canción, puede determinar la carrera musical de un artista. En el artículo de hoy, analizamos el caso Taylor Swift y cómo ha perdido los derechos sobre su propia música.
Pero, empecemos por el principio.
Taylor Swift nació sin ser una estrella del pop en 1989 en Perks (Pensilvania). Sus padres la consideraban una ‘’niña prodigio’’, ya que desde bien pequeña empezaba a escribir sus primeras letras. No fue hasta el año 2006, cuando por fin firmó su primer contrato discográfico con el sello especializado en música country Big Machine Records. Por aquel entonces, la compañía estaba dirigida por Scott Borchetta, que apostó por el rostro angelical de Swift siendo apenas una niña.
En este mismo año, la cantante lanzó su primer disco llamado ‘’Taylor Swift’’, en el que mezclaba country con pop y del que ella misma había compuesto casi todas sus letras. ¿Resultados? fue un éxito sin precedentes que alcanzó el número uno de las listas de álbumes de música country en Estados Unidos y Canadá en apenas unas semanas. Estaba claro que Swift lo tenía todo, o, al menos, todo lo que un artista necesita para triunfar en el a -a veces no tan bonito- mundo de la música.
Fue así como la artista, que hoy en día muchos consideran como ''la reina del pop'', comenzó su carrera. Varios años después y tras seis álbumes grabados, Taylor decidió poner fin a su relación con la compañía de música country para firmar con la discográfica multinacional Universal Music Group.
Sin embargo, la cantante no tardó en vivir en su propia piel los entresijos de esta industria. En un extenso comunicado a través de Tumblr, la cantante acusaba a Borchetta, jefe de Big Machine Records, de tratar de retenerla como rehén por los derechos de su propia discografía y canciones. Y es que, cuando la cantante se dio cuenta de que solo era propietaria de una parte de su música, concretamente de los derechos editoriales, intentó conseguir también los derechos de las grabaciones originales.
Según la artista, Big Machine Records le ofreció recuperar sus propios trabajos siempre y cuando publicase nuevos discos, permitiéndole recuperar una cada vez que lanzase nuevo trabajo en la discográfica. Vamos, un intento de secuestro en toda regla. Si Taylor quería ser la dueña total de sus composiciones, tendría que estar condenada a seguir creando música de por vida para la discográfica de Borchetta.
"Durante años pregunté y supliqué para que me dieran la oportunidad de hacerme con los derechos de mis trabajos. En cambio, me dieron una oportunidad de firmar de nuevo con Big Machine Records y 'ganarme' un álbum cada vez que yo sacase un nuevo disco. Decidí no hacerlo porque sabía que, una vez firmara ese contrato, Scott Borchetta vendería la discográfica, vendiéndome así a mí y a mi futuro. Tuve que tomar la dolorosa decisión de dejar atrás mi pasado", apuntaba Taylor.
Y aquí es donde empieza el drama.
Pocos meses después de que Taylor decidiera acabar con su contrato discográfico con Big Machine Records, sus peores presagios se confirmaron. La compañía especializada en música country fue absorbida por Ithaca Holdings, un grupo empresarial del que es dueño el famoso manager Scooter Braun. Y os preguntaréis… ¿Y ese quién es? Pues Scott Samuel Braun, más conocido como Scoter Braun, es el manager por excelencia. Encargado de la carrera musical de artistas de la talla de Justin Bieber, Demi Lovato, Kanye West y Arianna Grande, archienemigo de Taylor Swift y propietario de los últimos seis álbumes de la cantante.
El manager y productor compró la propiedad sobre los masters de la cantante en el mismo momento el que compró la compañía country. Esto significa que, aunque Taylor mantenga los derechos sobre la propiedad intelectual (derechos de autor), Scotter es el propietario de los derechos de las grabaciones (derechos fonográficos). Todo su legado depende de Scooter.
Esto significa que él obtiene ganancias respecto a las canciones publicadas hasta ese entonces en dicha discográfica, siendo en total seis los discos de los cuales Scooter Braun está obteniendo royalties.
¿La solución?
Después de largas batallas legales por intentar recuperar los derechos de las grabaciones sin éxito, Taylor hizo lo único que le quedaba por hacer: regrabar toda su discografía hasta ''Reputation'', de 2017. Un enorme esfuerzo para lograr que, años después, todas las canciones sonaran prácticamente igual que las grabaciones originales. Todo ello para conseguir ser, finalmente, dueña total de sus canciones. Nuevas grabaciones, nuevos propietarios de las mismas.
¿Moraleja?
Cuidado con lo que firmas, con quién lo firmas y por cuánto tiempo. Como acabamos de ver, tener los derechos editoriales sobre tus obras (como autor de las mismas) no garantiza que sean tuyas en su totalidad, pues también hay que tener en cuenta a los propietarios de las grabaciones originales. Por lo menos, en el caso de Taylor concretamente, parece que todos los años de lucha por conseguir la totalidad de los derechos están surtiendo efecto. Eso sí, teniendo que volver a grabar canción por canción hasta conseguir seis discos completamente originales de los que Taylor Swift será completamente dueña.
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