Curiosidades sobre la navidad, villancicos y la banda sonora que vuelve cada año.
- Alba Pelegrin
- hace 6 días
- 3 Min. de lectura
La Navidad tiene ese extraño poder de activar un interruptor emocional que llevamos instalado desde la infancia. Basta con que suene una campanita, una intro de coro, o las primeras notas de Noche de Paz para que algo dentro haga clic. Y aunque cada año prometemos que no vamos a caer —que esta vez no vamos a emocionarnos tan pronto como aparezcan los primeros villancicos en el supermercado— volvemos a caer. Y qué gusto da. Pero detrás de esa tradición tan familiar hay muchas curiosidades que, si te gusta la música, hacen que la Navidad suene mucho más interesante de lo que parece.

1. Los villancicos no siempre fueron “navideños”
La palabra “villancico” viene de villano, sí, como suena: la gente de las villas, del pueblo. Y originalmente eran canciones populares cantadas en fiestas, trabajos o celebraciones… pero no tenían nada que ver con la Navidad.
Fue con el tiempo, sobre todo a partir del siglo XVI, cuando la Iglesia empezó a usarlos para conectar con el pueblo durante las celebraciones. Y ahí empezó la transformación: del campo al altar, y del altar a nuestras playlists.
2. “Los peces en el río” es más rebelde de lo que crees
Este villancico tan inocente esconde un subtexto curioso: María está haciendo sus tareas domésticas mientras el mundo entero debería estar pendiente del nacimiento de Jesús. Pero… ¿y los peces? ¿Por qué beben? ¿Qué simbolizan?
Hay teorías para todos los gustos:
Que representa el milagro constantemente renovado de la vida.
Que es una metáfora del agua como purificación.
O que simplemente… alguien necesitaba una frase pegadiza para rematar la melodía. Cosas del pop de la época.
3. El villancico más versionado del mundo no es “All I Want for Christmas Is You”
Aunque Mariah Carey reine desde noviembre hasta enero, el villancico más versionado de la historia es “Silent Night” (Noche de Paz). Se estima que supera las 700 versiones oficiales registradas.
Y aquí viene lo bonito: se compuso en 1818 en Austria porque al órgano de la iglesia se le averió el fuelle, así que tuvieron que improvisar una música sencilla para guitarra. Esa urgencia técnica acabó creando uno de los himnos universales de la Navidad. Producción low-cost: 1 Historia de la música: 0
4. En Islandia se canta a… ¡una gata gigante!
No todo son pastores y portales. En Islandia existe la tradición del Jólakötturinn, un gato gigantesco que devora a quienes no estrenen ropa nueva en Navidad. Sí, tal cual.
Y aunque a nosotros nos parezca un relato digno de película de terror, allí es parte del folclore navideño… y sí, tiene sus propias canciones.
La moraleja: nunca subestimes el poder de la música para colar tradiciones que, sin melodía, jamás aceptaríamos.
5. El negocio de los villancicos mueve cifras reales
Puede sonar a broma, pero la Navidad es uno de los momentos más potentes del año para streams y derechos. Algunos datos interesantes:
Cada diciembre, el consumo de música navideña crece hasta un 200% en plataformas.
“All I Want for Christmas Is You” genera millones en royalties cada año.
Los catálogos que incluyen hits navideños valen más en el mercado editorial.
Un buen villancico es literalmente un activo financiero estacional. Un bonus track eterno.
6. ¿Por qué no podemos evitar escucharlos?
Hay estudios que apuntan a que los villancicos activan en el cerebro una mezcla de nostalgia, previsibilidad musical y memoria emocional. Es como volver a casa sin moverte del sitio. Por eso funcionan tan bien en marketing, en supermercados y en cualquier activación de marca: la Navidad suena a recuerdo, y el recuerdo vende.
Y sí, esto también explica por qué puedes estar semanas murmurando “pero mira cómo beben…” sin quererlo.
7. La nueva generación está reinventando la Navidad
Entre los clásicos están empezando a entrar producciones contemporáneas que huyen del sonido tradicional: más pop, más R&B, más indie, más urbano. Desde Sam Smith hasta Rosalía, muchos artistas han experimentado con la estética navideña, no solo por tradición sino por branding: sacar un tema navideño bien hecho puede mantener a un artista visible cada año.
La Navidad es un escenario perfecto para renovar narrativa musical sin perder la emoción.
En resumen: los villancicos no solo acompañan la Navidad… la construyen.
Son parte de la cultura, de la historia y del modelo de negocio de la industria musical. Nos emocionan, nos programan, nos unen y nos acompañan año tras año, aunque hayamos escuchado las mismas melodías miles de veces.
Y quizá ese es su verdadero encanto: que nos recuerdan quiénes fuimos, mientras celebramos quiénes somos.


